martes, 1 de enero de 2002

El Fantasma de Navidades Pasadas III. El desenlace









Diario de un brote psicótico. Descripción.



          Esa noche no me podía dormir. No sé si aguanté un día o dos después del fin de semana de meditación. Estaba intranquilo.

          Lo que recuerdo es que bajé a la planta baja de mi casa ...tenía la sensación de que tenía que hacer algo. Estudiar no tenía sentido ya. Tal vez debería trabajar, tenía el título de formación profesional después de todo... tenía que hacer "algo", aunque no sabía qué era.

         Recuerdo que me paré y suspiré y lo dejé estar... y en ese preciso momento ...¡mi interior y mi exterior se unieron! La fina capa de seguridad que separa lo de dentro y lo de fuera ¡desapareció en algún punto! ¡Y ambos se unieron!

          Mi universo todo se llenó de unas luces, como de chispas que lo llenaron todo de una gran confusión... Era una presencia total que acarreaba una confusión total... Y yo lo único que quise fue huir, escapar de toda aquella confusión.

          Cuando regresé a la realidad tal vez había dado un paso, en el plano físico. Más, no creo. Pero todo había cambiado. No me había iluminado. Había enloquecido. Me había roto.


             Los sonidos que escuchaba asemejaban gritarme, y los gritos tenían una intención. Afortunadamente me di cuenta de que la intención de aquellos sonidos que me gritaban, coincidían con la dirección de mis pensamientos. Eso me tranquilizó un poco porque pensé que había una relación entre lo que pensaba y lo que sucedía. Tal vez pudiese tener un cierto control. También recuerdo que pensé que estando de aquella manera, me iba a resultar difícil encontrar trabajo.

          Salí a la calle. Tan sólo quería que todo volviese a tener sentido otra vez... Mi mente creaba asociaciones, me dió por recoger objetos que tenían un sentido, para meterlos en una bolsa que llevaba conmigo. Cogí un enchufe. Llevaba un transformador en un extremo. Pensé que el enchufe podía ayudarme a conectar de nuevo...

          Cogí el coche y conduje por el pueblo. Me entró el pánico porque los demás coches parecían deformarse de una forma extrema, como de chicle blando, estirándose. Sin embargo me sobrepuse, pues comprendí que la realidad se podía deformar todo lo que quisiese. Yo sabía conducir, y eso era un hecho. Traté de confiar, poner la conducción en modo automático. 
   
          Confiar en mi instinto, ya que en mis sentidos no podía confiar... me tranquilicé y volví a casa conduciendo.

          Con todo aquello fui a una librería, ya no sé si esa vez fui en coche o a pie. Mi intención era adquirir el libro del Tao Te King. Puesto que Claudio había hablado del "no hacer nada" taoísta. Aunque no lo tenían y me vendieron otro muy bueno sobre ejercicios de esa filosofía. Pensé que necesitaba toda la ayuda que pudiese tener ...una pauta, ...una regla, ...la actitud de "no hacer nada", tal vez. Pero todo se fue de madre.

          No tengo ni idea de lo que duró aquello. Conforme pasaba el tiempo sucedían cosas...  Empezó a representarseme una luz azul. Como de fuego lento de gas. Un azul peculiar. De un modo extraño, cada vez que se me representaba ese color azul, sentía una sensación en la nariz. Una "mordida".
             Tiempo después he llamado a ese fuego azul "Ygramul,el múltiple". En referencia al libro "La historia interminable", de Michael Ende. Aunque eso ha sido muchísimo después, y forma parte de otro brote que tal vez no cuente. 

          Me senté a ver la televisión. Pero mi visión se volvió como una pantalla plana. Lo que veía era plano, no significaba nada. Por contra, los sonidos tenían una resonancia especial. Cualquier sonido podía tomar significado. Los sonidos tenían sentido.

          Paulatinamente la realidad se fue volviendo neblinosa. No estaba seguro de que las personas fueran lo que aparentaban. No estaba seguro de mis padres. Empecé a contarme una historia acerca de los "hombres de negro", que venían de otras dimensiones y vivían entre nosotros.

         Mi madre me dio un sobre con agua para el resfriado, porque admití que no me sentía bien. Y cuando se fue, lo arrojé al suelo porque desconfiaba de lo que sucedía. Todo perdió realidad. Y pensé que todo lo que podía tocar, ver y escuchar, era real. Además se volvía real si lo decía en voz alta.

          Así se lo hice saber a mi hermana pequeña. Recuerdo que a ella le rodó un lagrimón por la mejilla. Yo sabía que algo andaba mal, aunque no podía hacer nada para solucionarlo. Extrañamente no tengo nijnguna emoción asociada a este recuerdo. Había perdido contacto con mi cuerpo y mis emociones. 

          Tan solo ahora, al pensarlo, puedo sentir el susto que debí darle a mi hermana pequeña.

           Después de eso todo sucedió muy rápido. Mis padres, Rafa, el coche. Yo no podía controlar la dirección del coche. Quería ir a ver a la chica que me gustaba... pero no podía. Fuimos a un lugar, pero les dijeron a mis padres que ese lugar no era para mí. Mejor la unidad hospitalaria psiquiátrica...

           Cuando me medicaron, los síntomas visibles desaparecieron rápidamente. Me rompí. Me enfermé. Y entonces no podía más que pensar: Claudio, Claudio, Claudio, Claudio... esperando verlo ...Recordando el modo en que me ayudó esa primera vez con la catatonia. Para que arreglase lo que estaba roto. Pero ya no había ningún Claudio. Esta vez estaba a solas con mi enfermedad y el apoyo que me pudo dar la familia.

             Durante años recordé a Claudio a diario. Sufrí mucho recordando y pensando. Más tarde sería un tema de terapia. En mi familia entonces era tabú ese tema. Mi familia solamente sabía que de meditaciones y cosas raras no querían saber nada. "Prohibido hacer cosas raras". Durante años todo lo que hice era considerado raro por mi familia y visto con suspicacia y crítica.

             Lo cierto es que viví mi vida de un modo muy mecánico. Claudio me curó la catatonia y evitó que la enfermedad fuese mucho más virulenta. Eso no lo sabía mi familia. Mi familia tampoco sabía que cuando me rompí, la enfermedad es la solución a una situación insostenible. 

             Después de décadas puedo pensar que Claudio me ayudó a que no fuese presa de una catatonia en la que se manifestaba todo el odio, acumulado durante años. El cuerpo tiene memoria, y aunque el efecto acumulativo tal vez no se ve, la enfermedad que apareció abruptamente vino de muchos años. 
          
             Y también puede que Claudio rompiese un psiquismo que seguramente no podía tener viabilidad. Tal vez ahora encuentro sentido a haberme roto, quizá por cierta afinidad de personalidad con Claudio. 

             Me parece que es un poco radical romper los huevos para poder volver a empezar en otro lugar. Sin embargo enfermar fue el único modo de sanar cosas muy básicas y me sitúa en la actualidad en medio de un proceso. Que tal vez se resuelva o no, que el camino se demuestra andando.

_______________________________________

Del amor platónico
  
         En algún momento, llevé la bolsa con objetos que había recogido, a mi terapeuta. No se me ocurría ningún otro sitio dónde dejárlos.

           Allí me encontré a la chica que me gustaba. Le dí la bolsa, porque ella iba a ver a mi terapeuta, y se la daría. 

             En el momento en que cogió la bolsa en sus brazos, su vientre sobresalió.

           Estaba embarazada. Recuerdo sus manos extendidas como una disculpa. Yo retrocedí hasta la puerta sin hablar.

             Me fui para vivir mi enfermedad durante años. Dejé cosas atrás.